Componiendo el reloj
LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
Es más desgracia, que la desgracia lejos de unirnos nos divida.
Leí con atención y respeto los comentarios que, a raíz de los acontecimientos del viernes pasado, circularon preponderantemente en las redes sociales.
Innegablemente estos espacios se han convertido en auténticos termómetros de una parte, aunque reducida, segmento al fin de la sociedad. Su naturaleza así determina que sea. No cualquiera tiene acceso a un espacio en los medios impresos o en los portales noticiosos; unos pocos son los privilegiados de disponer de minutos u horas frente a una cámara o un micrófono; un número indeterminado, sin embargo, puede disponer de una red social para comunicar, para expresarse… expresar no necesariamente ideas, argumentos pero sí emociones que pueden reafirmar o distorsionar la realidad.
Basta con una cuenta en twitter o en facebook. Y basta un comentario, una imagen, una percepción para desatar una guerra que en números refleja una aguerrida contienda, una competencia por hacer prevalecer la opinión propia excluyendo la de los “otros”. “Ellos” contra “nosotros”.
No pude evitar recordar mi reciente lectura de la versión editada de la conferencia que Jonathan Haitd dio en el Manhatan Institute publicada el 1 de febrero en Letras Libres bajo el título “La era de la indignación”.
Ahí, el conferenciante, retoma la tesis central de E.D Hirsch en su libro “The making of americans que me permito transcribir: “la historia del odio tribal es la historia y la prehistoria de la humanidad… El experimento que ahora nos parece tan natural, es un objeto totalmente artificial diseñado para compensar los impulsos naturales de las sospechas y los odios grupales…”
Y eso nada lo refleja mejor que las redes sociales. La incuestionable libertad para expresarse se convierte en una incontestable potestad para agredir y en un momento tan delicado para la historia reciente de Oaxaca para viralizar el odio hasta el punto de desear la muerte o en el mejor de los casos de exigir “juicio político” sea cual fuere lo que por tal entiendan los enardecidos demandantes.
Seguimos en medio de la tragedia y la conciencia de las familias enlutadas es la conciencia de un pueblo que en su perfil sustituye su fotografía por un moño negro. El oaxaqueño es un pueblo solidario.
Pero hoy asistimos al trágico momento en que la solidaridad no sirve cuando las facciones y los odios grupales están sedientos de protagonismo.
¿Nos cuesta tanto reconocer sensatamente que fue un accidente?
¿Nos cuesta tanto aceptar que el Gobernador y el Secretario de Gobernación hicieron lo que la responsabilidad de sus investiduras les demandaba?
¿Nos resulta imposible considerar que la magnitud de la emergencia ante el sismo exigía prontitud?
¿Acaso alguien tomó en consideración que quienes viajaban a bordo de la aeronave pusieron también en riesgo sus vidas?
¿Qué es lo que irrita tanto? ¿En verdad las muertes (del todo lamentables) respecto de las cuales el gobernador y el Secretario de gobernación fueron los menos responsables?
Fue un accidente y Salvador Cienfuegos asumió para la Secretaría de la Defensa Nacional la responsabilidad de lo ocurrido, siendo que fue un error humano.
¿Y quienes adjudicaron culpas por protagonismo? ¿Porque fueron en helicóptero y no por carretera?
Revisé la cuenta de twitter del gobernador y en honor a la verdad, se mostró como debe mostrarse todo gobernante. Sensible, atingente, sobrio, solidario y respetuoso. Las imágenes y los mensajes de apoyo y de solidaridad corrieron por cuenta de los medios de comunicación y de miles de ciudadanos que esparcían las bendiciones y su solidaridad a cada minuto.
Los mensajes de ánimo, respaldo y solidaridad para con el gobernador no eran para Alejandro Murat, lo eran para el Gobernador Constitucional del Estado de Oaxaca que, me consta, no descansa para llevar a buen puerto su responsabilidad pensando no solamente en quienes votaron por él, sino pensando incluso en aquellos que libres de pecado tiran la primera piedra.
Le dejo- amable lector- para el final una reflexión más de Haitd:
“Así que, por favor, no pierdan la esperanza. Sientan en cambio la alarma: la situación es preocupante de verdad. Pero la mayoría de los ciudadanos son gente decente y reflexiva … Hay muchas cosas que podemos hacer para reducir el tribalismo. Nosotros –la gente del baby boom y de la generación x- hemos dejado el reloj hecho un desastre; la izquierda y la derecha, los republicanos y los demócratas. Pero podemos arreglarlo si conseguimos unirnos, si admitimos que metimos la pata y cambiamos lo que le estamos haciendo a los niños y a los alumnos universitarios. Quizás podamos educar a una generación de jóvenes a quienes les importe el reloj”
@MoisesMolina